De paseo por la historia

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Recuerdo con cariño aquellas clases de Sergio y de Antonio Juan en las que, año tras año, salía un nombre: John Gutenberg, el inventor de la imprenta que se convertía en lo más aburrido y repetitivo de clase de Teoría e Historia de la Información o de Diseño Periodístico.
Pues bien, aquel hombre cansino del que tanto había escuchado hablar y al que nunca le había prestado demasiada atención, apareció ante mis narices en Manchester.

En la John Rylands Library, un edificio neogótico con magia que te traslada a 1890 en un santiamén, me encontré con una de esas máquinas de las diapositivas de los profesores: una máquina impresora del siglo XIX, impoluta y brillante.




Casi se me escapan las lágrimas de la emoción. Desafié al guarda de seguridad e imortalicé aquella máquina en honor a lo que siempre estudié pero nunca atendí.

John Gutenberg inventó la técnica de impresión que dio pie a todo el mundo editorial que hoy tenemos. Para crear su imprenta, Gutenberg adaptó una prensa de madera, de las que se usaban para moler la uva en la preparación del vino.

Creó tipos móviles metálicos (de plomo) que, a diferencia de los de madera, eran mucho más resistentes, por lo que se podían utilizar muchas veces. Los diseñó como la escritura a mano de la época, al estilo gótico y modificó la consistencia de la tinta, para que fuera densa y se pegara bien a los tipos.

Los tipos se colocaban en línea uno tras otro, sobre una vara de madera. Las palabras quedaban separadas por un tipo sin relieve, que no imprimía nada. Las líneas obtenidas se ordenaban en una caja o galera. Después, se untaba tinta en los caracteres y se ponía un pergamino sobre ellos. La impresión se obtenía de la presión de la galera contra la hoja mediante la prensa.

Total, que allí estaba, en aquel edificio antiguo, con un olor especial, olor a antiguo, a historia, a las miles de personas que han pasado por allí y han disfrutado durante ciento veinte años de aquellos libros y manuscritos que fueron posibles gracias al invento de Gutenberg.

Desde luego ha servido para algo: para que me informe a conciencia de la historia del impresor alemán. Volveré.

Receso de reflexión

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Se acabó el receso bloguero... perdón por esta temporada sin publicar.

Acabé la carrera y con ella mi andadura periodística en la ciudad que me vio crecer. Cinco años de aprendizaje de una profesión "caótica" para algunos pero inmejorable para mí.

En septiembre, contra todo pronóstico, tomé una decisión trascendental: venir a Manchester para aprender inglés. Y aquí estoy, anhelando la actividad periodística, mi gente y mi país pero aprovechando al máximo cada momento de esta oportunidad. Improving my english to improve my future. O al menos eso espero.

Imposible trabajar aquí like a joirnalist, así que durante siete horas y media al día "chequeo" billetes de vuelo en una agencia de viajes con chicos y chicas de las más recónditas nacionalidades.

No es un medio de comunicación... pero es mejor que el Starbucks y hablo en inglés todo el día.

Sólo una semana de trabajo en la oficina ha sido suficiente para recordarme por qué estudié periodismo:

-Porque no puedo estar sentada durante ocho horas seguidas.
-Porque echo de menos el teléfono y consultar mis redes sociales.
-Porque me aburre hacer lo mismo cada día. Me encanta levantarme y saber que hoy voy a hacer algo diferente que ayer.
-Porque no me emociono cuando llega a mis manos un billete de una nueva línea aérea, pero sí lo hago cuando consigo un tema chulo para publicar.
-Porque paso todos los días por el Ayuntamiento de Manchester y pienso: ¿de qué serán las ruedas de prensa hoy aquí?

Definitivamente he llegado a la conclusión de que ser periodista es lo mejor que puedo ser. Descanso un año, pero prometo volver con ganas y energía para poder llegar a ser una buena periodista!